4 proyectos de reforestación que nos hacen creer en la humanidad
1. Antonio, el susurrador de árboles
En 1973, un hombre llamado Antonio Vicente, un varón de los catorce hijos que tenía una familia, compró un terreno más bien pequeño (77 acres / 31 hectáreas) en la Serra da Mantiqueira de São Paulo, Brasil. Con la ayuda de algunos burros y un puñado de personas comenzó a reforestarlo.
odos le tomaron por loco, también el gobierno de Brasil. La tierra había sido totalmente despojada de vegetación para el pastoreo de ganado y allí no había casi ninguna señal de vida. Sus vecinos le advertían que nunca obtendría ingresos si no cultivaba o ponía un rebaño de vacas a pastar. Pero Antonio no prestaba atención a la palabrería. Había sido testigo de los efectos perjudiciales de las técnicas agrícolas modernas. Creció viendo a su padre operar una granja local, y el agua de la finca al final se secó porque los propietarios le habían ordenado que talara árboles para pastorear ganado.
Ahora Antonio tiene 84 años, ocho cascadas y 50.000 árboles en su tierra.
2. Jadav, El Hombre-bosque de la India
En la región noreste de la India, al sur de Bután y al lado de China, hay un pequeño "estado" llamado Assam. Allí fluye el gran río Brahmaputra. El aumento de las inundaciones ha alterado el flujo y ha acumulado montañas de arena a lo largo de las orillas del río. A sus 58 años, Jadav Payeng ha reclamado, para él y su plan de reforestación, una pequeña isla que se ha formado a lo largo de este río.
Para nutrir el ecosistema que lo rodea, camina todos los días dos millas hasta su pedazo de paraíso, llamado Molai en su honor, y que se encuentra dentro del territorio de la tribu Mishing (ellos no reclaman escrituras o títulos para la propiedad de tierras). Lo que comenzó hace cuarenta años como un simple terreno de arena -sin árboles o pasto, solo un montón de madera flotante-, se ha convertido en un bosque de 1.300 acres que ahora alberga tigres, ciervos, monos, elefantes y una amplia variedad de aves. Jadav podría llevarse todo el mérito, pero recalca:

3. El Muro Verde
La gente piensa que la Gran Muralla China es la más impresionante del mundo. Pero no han oído hablar de The Green Wall. Este dique se comenzó en 1952 para formar una línea de 30 millas de árboles, de este a oeste, a través del desierto del norte de África, creando una línea frontal de árboles para contener el desierto. Y lo que era una manifestación física de la idea de plantar árboles, ahora representa una gran operación para abordar las necesidades y luchas de la gente en los ecosistemas del Sahara y El Sahel. Así se ha creado un organismo llamado La Gran Muralla Verde del Sahara y la Iniciativa del Sahel (GGWSSI), que reúne entidades de carácter global, para aumentar una justa remuneración a proyectos locales y mantener la gestión de los recursos naturales y los ecosistemas en las tierras secas.
La entrada de organismos globales como el Banco Mundial y Naciones Unidas han impulsado esta iniciativa, que no sólo lucha contra el cambio climático, sino que también busca una mayor seguridad alimentaria para las personas que viven allí. A día de hoy hay que sumar el desarrollo de plantaciones y la restauración de tierras en Etiopía, Nigeria, Sudán y Senegal.
En definitiva, el GGWSSI está logrando grandes avances en el área del asociacionismo, conectando programas de acción regionales, subregionales y nacionales que combaten la desertificación. Es un gran ejemplo a seguir para el resto del mundo.
4. Movimiento Cinturón Verde
¿Alguna vez has oído hablar de Wangari Maathai? Para cualquiera que quiera convertirse en un superhéroe del medio ambiente, esta mujer keniana ecologista sería Wonder Woman. Green Belt Movement es su organización no gubernamental y tiene la misión de "movilizar la conciencia de la comunidad para la autodeterminación, la justicia, la equidad, la reducción de la pobreza y la conservación del medio ambiente, utilizando árboles como punto de entrada" (Green Belt Movement, 2003, pág.6). Además de organizar a las mujeres de su país para combatir la erosión de sus tierras plantando árboles, luchó por la obtención de un ingreso monetario general para ellas y recuperó el acceso al combustible para cocinar.
Desde 1977, gracias a la ONG, se han plantado más de 51 millones de árboles y se ha capacitado a 30.000 mujeres en apicultura, procesado de alimentos y silvicultura. Ella no sólo representa a quien lucha por un mundo mejor, sino también a quienes propugnan acciones que transforman las vidas de las mujeres que habitan el mundo. Falleció en 2011, pero su organización continúa su legado de activismo, combinando esfuerzos humanitarios y ambientales. Y por esto hay que estarle agradecidos.